¡Vaya lío con el «le»!

Hoy voy a escribir sobre el leísmo/laísmo/loísmo, otro de los temas complicados a los que quería hacer frente en este blog.

 

Lo primero que debemos saber para aprender a emplear bien los pronombres átonos de tercera persona lo(s), la(s), le(s) es la función gramatical que desempeñan: ¿objeto directo u objeto indirecto?, así como el número y género de la palabra a la que sustituyen.

 

– Si el pronombre desempeña la función de complemento directo, deben usarse las formas lo, los para el masculino y la, las para el femenino:

¿Has visto a mi padre alguna vez? Sí, lo vi el primer día de clase.
¿Has visto a Pedro con sus amigos? Sí, los he visto saliendo de la discoteca.
Compré la sopa hecha y se la puse sin que se diera cuenta.
¿Has recogido las patatas del pueblo? Sí, las recogí a primera hora de la mañana.

Debido a su extensión entre hablantes cultos y escritores de prestigio, cuando el referente es un hombre, se admite, únicamente para el masculino singular, el uso de le en función de complemento directo de persona: ¿Has visto a Juan? Sí, le vi muy alejado de su novia. El uso de les por los se desaconseja en el habla culta, así como el leísmo de animal o cosa: El estuche le compré en aquella tienda, Al gato le lavaron, Les vi saliendo de la discoteca.

 

Cuando el pronombre desempeña la función de complemento indirecto, deben usarse las formas le, les (singular y plural, respectivamente), cualquiera que sea el género de la palabra a la que se refiera:

Le pedí al párroco que me ayudara con aquel problema.
Le dije a su madre que dejara de meterse en nuestros asuntos.
Les di un beso a todos y se quedaron extrañados.

 

Hasta aquí todo claro, ¿verdad? Pero si nos confundimos, la utilización incorrecta de estos pronombres da lugar a los fenómenos gramaticales conocidos como loísmo, laísmo y leísmo:

  • LOÍSMO. Se usa lo(s), en lugar de le(s), para complemento indirecto: A Pedro lo dieron una paliza. Es el más vulgar de los tres fenómenos.

 

  • LAÍSMO. Se emplea la(s), en lugar de le(s), para complemento indirecto. Los ejemplos de este caso los tenemos muy claramente en la famosa canción de Cecilia Un ramito de violetas: ¿Quién la escribía versos…?, ¿quién la mandaba flores por primavera?…, la mandaba un ramito de violetas…

 

  • LEÍSMO. Se utiliza le(s), en lugar de lo(s) o la(s), para complemento directo. Es el más complejo de los tres fenómenos.

 

Visto lo visto, la gran dificultad de este tema residiría en saber reconocer aquellos casos en los que el pronombre actúa como objeto directo y aquellos otros en los que su función es de objeto indirecto. Parece fácil, pero no lo es…, ya que con ciertos verbos y en ciertos contextos sintácticos no es sencillo reconocer si el complemento verbal es directo o indirecto.

 

El más complejo de estos fenómenos es el leísmo; para comprenderlo plenamente tenemos que tener en cuenta que existen casos especiales:

  • Leísmo de cortesía. Es bastante frecuente el uso de le(s) en función de complemento directo referido a usted/ustedes: A usted le veo todos los días; Le saluda atentamente

 

  • Le(s) en construcciones impersonales con se. Parece ser que, desde los orígenes del castellano, el objeto directo (especialmente cuando es masculino) se expresa en estas construcciones con formas de dativo. A mi padre se le considera un maestro en su especialidad; Se les ve frecuentemente de la mano por el parque. Cuando el complemento directo es femenino, lo normal es usar la: Se la ve muy contenta desde que tiene novio.

 

  • Verbos de afección psíquica: los verbos que designan procesos que afectan al ánimo o producen acciones o reacciones emotivas, como afectar, asustar, asombrar, convencer, divertir, impresionar, molestar, ofender, perjudicar, preocupar, etc., dependiendo de distintos factores, admiten el uso de los pronombres de acusativo —lo(s), la(s)— y de los pronombres de dativo —le(s)—.En el Diccionario panhispánico de dudas, podemos encontrar lo siguiente: «Si el sujeto es animado y se concibe como agente de la acción, el complemento verbal suele considerarse directo y se usan los pronombres de acusativo (A mi madre la asombro cuando como mucho); si el sujeto es inanimado o es una oración y, por tanto, no puede ser concebido como agente directo de la acción, el complemento se considera indirecto y se usan los pronombres de dativo (A mi madre le asombra mi apetito)». Existen otros matices para lo cual os remito directamente a las amplias explicaciones de este Diccionario.

 

  • Verbos que han cambiado o están cambiando su régimen. Algunos verbos, como ayudar u obedecer, se construían en el español medieval con pronombres de dativo, sin embargo, hoy están pasando a construirse mayoritariamente con pronombres de acusativo. Este proceso de cambio no se ha dado de manera uniforme en todas las áreas. Así, en las zonas no leístas del norte de España el régimen habitual es el dativo (Mi prima le ayudó con el traje de novia); en América está prácticamente generalizado el acusativo, sobre todo en los países del Cono Sur (Entre los dos lo ayudaron a pintar); Andalucía y Canarias son zonas de vacilación (Lo ayudó con el trabajo; Le ayudó mucho durante su peor etapa…).

 

Existen más consideraciones especiales que debemos tener en cuenta sobre el leísmo, todas ampliamente explicadas en el Diccionario panhispánico de dudas al que he remitido anteriormente y que iré comentando en este blog en próximas entradas. Por hoy me parece más que suficiente.

 

¿Me equivocaba cuando comenté que no era un tema nada fácil? ¿Tenéis algo interesante que aportar al respecto? ¿Cuáles son vuestras principales dudas con estos pronombres? Gracias, como siempre, por dejar vuestros comentarios y compartir si os ha parecido interesante.

 

Agradecimiento a  Leo Reynolds por la fotografía,compartida bajo licencia de Creative Commons