La escritura y la vida

Hoy acaba un año y yo estoy especialmente sensible, por lo que os pido permiso para trascender en esta entrada lo estrictamente relacionado con la ortografía o la gramática.

Este blog trata sobre la escritura y, para mí, la escritura, en muchos de sus aspectos, es como la vida misma. No se puede terminar un escrito sin reflexionar sobre el mismo, como no se puede dar por concluido ningún ciclo sin pararse a pensar… ¿Lo hemos hecho bien?, ¿le hemos puesto pasión?, ¿hemos conseguido nuestros objetivos?, ¿estamos llegando a los demás?, etcétera. Preguntas estas válidas para todas nuestras obras, ya sean literarias o vitales.

No obstante, para que esto  funcione, hay que saber practicar el noble ejercicio de la humildad. Algunos profesionales de la literatura dicen que si algo de lo que has escrito te parece suficientemente bueno, debes preocuparte 🙂 En parte comparto la idea, manteniendo los límites justos con unas dosis prudentes de autoconfianza y seguridad propia. No se trata de nunca estar satisfechos con lo que hacemos, ni de exigirnos en exceso hasta caer en la frustración constante, sino de que seamos críticos a la hora de evaluarnos.

Ya hemos detectado los puntos débiles de nuestro escrito o de nuestros días, ¡ahora nos toca corregir! Esto nunca nos parecerá bastante, por más y más que revisemos siempre habrá errores, ahí reside lo interesante del camino, la dificultad de la tarea y el reto de aprender a mejorar día a día. Nuestros ojos fallan y, al fin y al cabo, son solo dos, por lo que nunca tengamos miedo a entregar lo que hacemos a los demás para enriquecernos con su punto de vista. Esto, igualmente, nos vendrá bien en nuestra vida, pues una retroalimentación correcta a tiempo puede aportarnos información valiosísima para enderezar el destino de nuestros pasos.

Todo buen escritor que se precie ha de leer mucho y ser capaz de borrar y retroceder cuantas veces sea necesario. También esto es como la vida, cuanto más observemos y escuchemos las trayectorias ajenas, más conocimiento tendremos del ser humano, más sensibles y empáticos seremos y más rectos trazaremos nuestros renglones. Por supuesto, siempre hemos de estar dispuestos a volver atrás, a pedir perdón, rectificar, tachar, reinventarnos…

No se puede escribir sin creer en una idea, sin confiar en tus posibilidades, sin vibrar con la pasión… como tampoco se puede vivir sin tener bien a mano todos estos ingredientes.

Como veis, son muchas las similitudes que encuentro entre la escritura y la vida. Quizá por ello, hoy, en este punto y seguido, he querido pararme a revisar todo lo escrito y realizado en este blog durante el año que acaba. También por esto necesito feedback, que me aportéis lo que consideréis oportuno, la única manera que tengo de saber cómo mejorar, completar, cumplir mejor vuestras expectativas…

Y, por último, no quería dejar pasar este día sin enviaros mis mejores deseos para el año entrante: Que tu coraje siempre supere a tus miedos; que no se te presenten retos sin fuerzas para salvarlos; que siempre encuentres la dosis de belleza necesaria para aplacar la amargura; que tu fuerte autoestima venza cualquier ofensa, envidia o intento de hacerte sentir inferior; que el dinero sea el suficiente para que no te quite el sueño; que encuentres tu sitio en este mundo y te entregues a tu pasión; y que nunca te olvides de soñar, de desear y confiar. ¡Feliz 20013 y gracias por hacer posible esta comunidad en torno a Ecoescritura!

Agradecimiento por la fotografía a action datsun compartida bajo licencia de creative commons.

Deja un comentario