
Hoy tenemos la suerte de contar en Ecoescritura con la experiencia de un escritor autoeditado, Benjamín Recacha.
Nuestro nuevo colaborador nació un 9 de julio, de 1974, en Badalona. Estudió Periodismo en la Universitat Autònoma de Barcelona, profesión que ha ejercido durante dos décadas tanto en medios de comunicación como en el ámbito institucional, y desde enero de 2013 en ‘la recacha’, el blog donde refleja sus inquietudes.
El viaje de Pau es su primera novela. En ella juega un papel fundamental una de sus pasiones: la naturaleza. En concreto, el precioso Valle de Pineta, en Bielsa, puerta de entrada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, donde ha veraneado desde los 6 años.
Periodista, escritor… comunicador siempre. Amante de la vida, inquieto por la realidad. Dispuesto en todo momento a admirar un paisaje, a leer, a charlar, a escuchar.
¿Queréis saber qué piensa Benjamín con respecto al tema de nuestra campaña? Os dejamos con su artículo: «Los autores independientes y el compromiso con la calidad».
Convendréis conmigo que uno de los mayores placeres de este mundo es sentirte atrapado por una historia. Esa sensación de que tus ojos devoran las palabras y que el cerebro apenas es capaz de digerirlas a tiempo para dejar paso a otras es difícilmente superable. Debe ser cosa de magia que juntando esos caracteres que llamamos letras haya gente capaz de transmitir tanto, de transportarnos a mundos paralelos.
Yo escribo. De hecho, tengo el atrevimiento de autoetiquetarme como escritor. Desde luego, no soy ningún mago, aunque algo cercano a la magia es lo que siento cuando un lector me dice que una de mis creaciones lo ha transportado a uno de esos mundos. ¿Qué mayor recompensa puede esperar un autor? Para eso escribimos, para ser leídos. Para comunicar nuestras inquietudes, nuestras ideas, y que signifiquen algo para quien las lea. Sí, claro, si encima te puedes ganar la vida con ello, la recompensa se multiplica.
De momento estoy muy lejos de lograrlo. No es algo que alguien que prácticamente acaba de aterrizar en el planeta literario pueda plantearse. Sin embargo, sí es un objetivo al que no renuncio, aunque el camino sea largo y no precisamente cuesta abajo.
Embarcarse en la autoedición – autopublicación debe ser una decisión meditada, muy meditada si uno pretende llegar a ganarse la vida escribiendo, porque hoy en día cualquiera puede editar y publicar una novela gracias a las plataformas digitales, e incluso en papel mediante la impresión digital a demanda, que ha abaratado muchísimo los costes de producción. Cualquiera puede publicar, y eso en mi opinión es muy bueno, pero para pretender hacerse hueco en un mundo tan sobrepoblado es imprescindible un ingrediente que no siempre abunda: la calidad.
Nunca he entendido que alguien pueda quedar satisfecho con un trabajo mediocre. Me refiero a cuando objetivamente el resultado es claramente mejorable. Si uno no sabe hacer algo o no tiene los conocimientos suficientes para que quede bien debería pedir ayuda o recurrir a los servicios de alguien que sepa hacerlo.
Cuando me planteé autoeditar y autopublicar El viaje de Pau tuve muy claro que debía crear un libro de aspecto profesional, exactamente con la misma calidad que cualquier producto editorial con el sello de las grandes firmas. Nadie va a comprar un libro mal editado, de aspecto descuidado, independientemente de lo bueno que pueda ser el contenido. Que pertenezca a una gran editorial tampoco es garantía de un trabajo redondo; me he encontrado con novelas repletas de faltas de ortografía, lo cual es incomprensible y bastante indignante.
Puedes no acertar a la primera y después de haber lanzado el producto darte cuenta de que hay cuestiones formales mejorables. A mí me ha pasado y gracias a los consejos/sugerencias de profesionales del sector y de lectores he podido mejorarlo con el objetivo de que la lectura sea lo más cómoda posible.
Tampoco lo he hecho todo solo. Por ejemplo, la cubierta, uno de los elementos fundamentales en cualquier libro ya que es lo que lo hace visible a la gente, la diseñé junto a mi hermano, el pintor Fran Recacha, autor del magnífico cuadro que ilustra la portada, y que dota al conjunto de una gran personalidad.
Por mi formación académica y lo que he ido aprendiendo durante mi carrera profesional domino las herramientas necesarias para poder editar y publicar un libro, pero no es una tarea sencilla. Aunque el acceso a la publicación se haya democratizado, especialmente en formato digital, no todo escritor tiene la capacidad para hacerlo por sí mismo. Y me temo que no pocos autores no son conscientes de que poner al alcance del público un producto descuidado puede cerrar muchas puertas (si no todas). Obviamente no hablo del contenido, pues la calidad literaria es un concepto muy subjetivo, y lo que a un lector le parece bueno otro lo considerará un bodrio infumable.
Los autores independientes no podemos descuidar nuestro trabajo. Debemos desterrar esa idea de que autoedición es antónimo de calidad. Es nuestra obligación. El mercado editorial está cambiando. Hay muchos lectores, cada vez más, que buscan obras alternativas, que quieren descubrir tesoros escondidos lejos de los canales tradicionales, así que tenemos que invitarles a que se fijen en lo que ofrecemos. Una obra perfecta desde el punto de vista formal es la mejor tarjeta de presentación posible. Evidentemente, ello no garantiza lectores, pero sí que no huirán despavoridos… ¿O acaso no os importa leer textos repletos de errores?
Podéis contactar con Benjamín en su blog personal: http://benjaminrecacha.com; fan page de Facebook: www.facebook.com/brecacha; Twitter: @brecacha o E-mail: brecacha@gmail.com.
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